Duerme tranquila, tú que estás tan arrebatada,
Deja tus pataletas y juegos para por la mañana.
Tú que has tenido un día de furia y sonrisa alocada,
¡Acuéstate! Yo te susurro una canción suave de nana.
Recuéstate en la almohada de algún pulmón,
Caliéntate con la calefacción repartida en mis venas,
Arrúllate al ritmo del bombeo de mi corazón,
Acurruca en colchón de músculos todo lo que sueñas.
Algunos órganos rugen cosas chistosas para no dejarte sola.
Refunfuñan a medianoche porque no tienen más para decir.
Y aunque tú los escuchas, no les paras muchas bolas:
-“Que se quejen… por
lo menos puedo sentirlos existir”.
Duerme mi pequeña, acaricia mi pelo que es tu peluche,
Yo te presto, como manta, cada parte de mi piel,
Acomódate a tu gusto en este hermoso estuche,
Con estructura de huesitos y cartílagos por doquier.
Descansa pacífica, mira que es hora de la calma,
No te alborotes así, pues bien sabes que te lastimas,
Guarda chispas de energía para cuando llegue el alba,
Recuerda que la niñez es solo cuestión de milésimas.