¡Que se taponen los poros que sudan
si te ven!
¡Que se atrofie mi sistema nervioso
debajo de mi piel!
¡Que no me corra la sangre, como
loca, desesperada,
por cada vena roja, azul o morada!
Quitarme la piel sería lo más prudente:
Para borrar tus huellas debo ser despellejada,
Mas reconozco: no me siento tan valiente,
Para zafarme de este órgano y quedar descuartizada.
Nadie dijo que fuera un espectáculo alegre o agradable:
No es chic arrancarse
las células, por tu mirada, contagiadas,
Ni lo es separar la dermis del músculo con un filoso sable,
Como curando una lepra de ronchas letales y enamoradas.
Siempre es triste tirar el lienzo que ama ser pintado con
tus besos.
Despedirme de las
hormiguitas trepando por la espalda.
Triste huir, evitar que se impregne del perfume de tus
abrazos.
Abandonar esa cobija en la que se acurruca el alma.
Es un sacrificio andar con el músculo expuesto al aire
libre,
Pero aun cuando duela, arda, pique y hasta el viento me
lastime,
Lo prefiero a vivir atada a un amor que me desequilibre,
Aunque el cuero cargue ese recuerdo tan bonito y tan sublime.